Pandemia y 4T desgarran al campo mexicano

Desplome de producción de alimentos para este año

  • Peligra ciclo primavera-verano al quedar atrapado en medio de emergencia sanitaria.

Por Guillermo Pimentel Balderas

La siembra en el país se reduce en 40% en su superficie cultivada. Hay impacto en 30% en costo y distribución de fertilizantes y semillas. Se incrementan precios de varios insumos. Existen problemas de logística y retraso con meses de entrega de éstos.

Frente a este escenario, no es aventurado predecir un desplome de la producción de alimentos para este año, además, esto traerá un descontrolado incremento en los precios, no solo en el país, sino a nivel internacional.

Todo esto, a pesar de los buenos augurios con sus datos de las dependencias de la 4T responsables de atender a las mujeres y hombres del campo mexicano, pues existen otros datos que dan cuenta de que el sector rural del país se desmorona y, no solo debido a la pandemia sino también a una política rural equivocada que la lleva con pasos agigantados al precipicio.

No hay duda que existe un “efecto sistémico” por causa del Covid-19 que, afecta la producción rural e incide en el abasto alimentario del país, debido a que las siembras han disminuido en algunas entidades y los fertilizantes y las semillas tienen un alza constante y no llegan a tiempo por retrasos logísticos gubernamentales; y el crédito al campo, no fluye y se observa un retroceso respecto al año pasado.

En resumen, se puede deducir que la contingencia desatada por este virus también generará una fuerte crisis económica mundial que se verá reflejada en la producción, el precio y la disponibilidad de los alimentos.

Mientras que la Secretaria de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), a cargo de Víctor Villalobos, con sus datos, asegura que “vamos bien” en el campo, Biofábrica Siglo XXI, primera empresa agrobiotecnológica dedicada a vincular la investigación científica con  la actividad agrícola y que, busca cambiar el modelo agrícola actual por uno más ecológico, sostenible y rentable, urgió una  “reacción inmediata” para implementar un Programa Nacional de Abasto Alimentario, encaminada a resolver los “daños colaterales” de la pandemia.

En el marco del análisis del experto en temas de desarrollo rural y director de Biofábrica Siglo XXI, Marcel Morales Ibarra, advirtió que el ciclo primavera-verano quedó atrapado en medio de esta emergencia sanitaria pues, por si fuera poco, en los trabajos agrícolas se han ralentizado las tareas de siembra, que observa una reducción en algunas entidades del 30 al 40% en superficie cultivada.

Aseguró que hay un impacto en el costo y abasto de insumos como el fertilizante y las semillas que, durante un periodo de tres meses, sólo por efecto de la devaluación del peso, impacta en 30%, con la agravante de que su distribución es lenta. “El problema no sólo es que su precio se ha incrementado sino el poder disponer de ellos, ya que existen problemas de logística, porque los envíos registran meses de retraso”, precisó.

Destaco que en el caso de los fertilizantes en cada periodo de siembra en México se requiere cerca de 3 millones de toneladas procedentes del exterior, las cuales hay que movilizar desde países asiáticos, recibir y descargar los barcos, lo cual es un proceso dilatado y este insumo se requiere aplicarse en fechas muy rigurosas para la planta pues no se puede usar “cuando llegue”, refiere.

Expuso el experto que tras el retraso internacional de mercancías debido a Covid-19, mucha de la superficie que se logró sembrar en México no contó con el fertilizante requerido, lo que se traducirá en una significativa disminución de los rendimientos a obtener por hectárea y en menor producción.

Añadió que el problema del abasto alimentario enfrenta el neurálgico aspecto del crédito al campo, donde no hay un panorama alentador, dado que en marzo, al inicio de esta emergencia sanitaria, el crédito de la Financiera Rural (FND) registraba un retroceso del 10% respecto a 2019. “Si antes de la contingencia ya teníamos un desempeño negativo, es de esperarse que esta tendencia se haya agravado seriamente en las semanas siguientes”, remarcó.

En cuanto al ciclo primavera-verano, al mes de abril, explico que Tamaulipas registra una superficie de siembra de 107,336 hectáreas (Has) contra 159,243 del ciclo anterior, una reducción del 32.6%; Baja California Sur, 3,934 versus 5,552 Has, es decir, 29.1% menor; San Luis Potosí, 16,516 contra 21,913 Has, una caída del 24.6%; Sonora de 51,985 contra 57,485 Has, menor en 9.57%; Campeche 14,574 contra 13,497 Has, menos 7.98%; Tabasco 38,143 vs 35,664, menos 6.9%; la situación más dramática la tiene Hidalgo con 21,565 contra 53,803 Has, es decir 59.9%, en relación con el ciclo anterior.

El experto detalló que el programa nacional de abasto alimentario debe contemplar tres aspectos:

1.-Evitar el desplome de los rendimientos en la superficie sembrada en este momento, lo cual depende, en buena media, del uso de los fertilizantes; al no disponer de éstos, inevitablemente el rendimiento disminuirá radicalmente. Una opción inmediata es ofrecer a los productores insumos de más bajo costo, nutrientes orgánicos y biológicos, como compostas y biofertilizantes.

2.-Crear condiciones para que la superfice que todavía tiene opción de sembrar en el mes de junio, cuenten con un esquema ágil y eficiente de crédito y otros apoyos que aceleren la siembra en la mayor superficie posible.

3.-Tampoco debe de postergarse más tiempo el tránsito a otro modelo de producción agrícola, que permita mayores incrementos en al rentabilidad, pero sobre todo, de la sustentabilidad de la producción.

Marcel Morales subraya que en México contamos con las capacidades, ampliamente probadas, y los recursos tecnológicos para esta transformación. Bien haría la 4T en adoptarla, sobre todo en tiempos de Covid-19, consideró.

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