TRAS BAMBALINAS. Silencio, Olvido y Traición.

POR JORGE OCTAVIO OCHOA

¿Hasta dónde llega realmente el poder de la Presidenta Claudia Sheinbaum? La pregunta viene a cuento. Mucha gente se lo cuestiona y contrasta con dos hechos:

1.- La “entrega”, el jueves, de 4 de los más temibles capos de la droga, entre 29 delincuentes, al gobierno de los Estados Unidos. La Casa Blanca dice que el operativo “obedece” a una “orden ejecutiva” de Donald Trump.

2.- El rechazo, el martes, a su iniciativa contra el Nepotismo, que fue postergada, del 2027 al 2030, por presiones del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).

La percepción generalizada es que, en el primer caso, la 4T entrega “una ofrenda” de gran calibre, para calmar la furia de “La Bestia” del norte, no sólo para detener los aranceles, sino para negociar salvo conductos político-diplomáticos.

El hecho es que la agilidad y rapidez con que ahora se mueven las fuerzas de inteligencia federal mexicanas, que han capturado en tan sólo 2 meses más de 13 mil objetivos criminales, mueven a reflexión.

Sheinbaum ha hecho más, en menos de un trimestre, de lo que hizo en todo su sexenio Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, se le percibe débil. ¿Por qué? Da la sensación de que ella concede en todo.

Tres familias de senadores, empoderadas, le dicen NO a ella. La sumisión que demostraban hasta hace poco frente a López Obrador, hoy son simplemente actos de menosprecio y deslealtad a Claudia Sheinbaum.  

La reacción de Ruth González Silva, Félix Salgado Macedonio y Saúl Monreal, configuran una auténtica rebelión y alimentan aún más esa percepción de debilidad.  

La presidenta aceptó la prórroga al nepotismo, en medio de presiones de propios y extraños, que amenazaban con romper la unidad, según los propios dichos tanto de ella, como de Ricardo Monreal.

Se trata de “acuerdos” entre partidos “del movimiento”. Ese es el argumento, pero resulta sumamente delicado que la presidenta admita, públicamente, que se privilegió un “acuerdo” cupular legislativo, por encima de los intereses de la nación.

Mantener como aliados al PT y PVEM, y unidos a algunos morenistas que juegan por la libre, es más importante para ese “movimiento”, que un recambio generacional y popular en el espectro electoral.

Eso es lo que prevaleció en ese acuerdo y prevalecerá hasta el 2030, cuando los beneficiarios del nepotismo ya estén en el poder o sigan en él. Sea como sea, buscarán mecanismos para perpetuarse.

La pregunta es ¿hasta cuándo aceptará la Presidenta el sacrificio? Las encuestas de opinión siguen muy altas. ¿Está dispuesta a dilapidar esa popularidad?

Además, no es lo mismo popularidad, que desempeño. En términos reales, ella no ha resuelto nada todavía. Sólo ha llevado un buen manejo de control de daños.

El golpe asestado a los cárteles, fue literalmente minimizado por el Bárbaro del Norte, en un comunicado que nos coloca como un país obediente a sus dictados.

¿Qué fue lo que ocurrió? Extradición, no fue. Fue una “entrega” o una “transferencia”, como lo llamó la Casa Blanca, quizá tan ilegal como el “levantamiento” de El Mayo Zambada.

Mientras tanto, la percepción de violencia e inseguridad sigue latente, pese a los grandes decomisos de anfetamina y la captura de muchos capos y jefes del Crimen Organizado.

Muchos inversionistas han empezado a sacar millones de dólares del país debido a la desconfianza. El nerviosismo crece ante la expectativa de una recesión si se confirman los aranceles de Trump.

La industria de la construcción va en picada, peor aún tras la declaración de la Presidenta de que el Ejército “seguirá haciendo obras”. Quizá ahora le entreguen también la construcción de vivienda popular de la “filial” del Infonavit.

La sensación de corrupción e impunidad también cada día es más profunda, y se ahonda justamente por la protección que se le da a personajes y familias, precisamente como las que se beneficiaron con la prórroga a la ley de nepotismo.

Se suman más nombres entre los impunes, en torno a casos específicos que se confirman a la luz del último informe de la Auditoría Superior de la Federación sobre las cuentas del 2023.

El último incidente con El Mayo Zambada ha descarnado a Morena. El delincuente no sólo chantajea al Estado Mexicano; amenaza por sus nexos con muchos de ellos. Sus primeras “infidencias” han tambaleado a la 4T, y todavía no “canta”.

El silencio, la nula respuesta, había sido la estrategia del régimen ante situaciones coyunturales que lo colocan como culpable. Ellos abonan con “tiempo y olvido” los hechos, para enterrar los cadáveres de sus actos.

Así fue, por ejemplo, con el caso de la mansión de José Ramón López Beltrán en Houston. Con la compra de balasto para el Tren Maya, a un 70% de sobre precio.

Silencio y olvido han querido aplicar en la desaparición del INSABI y su traspaso al IMSS-Bienestar. Con las compras fallidas multimillonarias, de medicinas a través de BIRMEX.

Por eso la premura de la 4T en realizar elecciones judiciales del 1 de junio. Vendrán andanadas de demandas por violación de derechos, fraudes y corruptelas sobre estos y otros muchos hechos. López Obrador fue abusivo y opaco.

Bajo el sexenio de AMLO hubo 303 mil 544 millones de pesos de los que no existen datos de dónde fueron a parar. Tan sólo el Tren Maya tardará 215 años para recuperar la inversión.

Pero, como ya vimos el martes pasado, la lealtad de los morenistas y partidos satélites, es con el ex presidente, no con ella. Parece un pacto de impunidad, que va envolviendo poco a poco a la mandataria.

¿Hasta cuándo soportará ella el debilitamiento de su imagen? ¿Qué pasará si, al igual que con El Mayo, Trump va por detenciones extra judiciales y confiscación de bienes contra algunos de esa élite en el poder?

Control de daños, es lo mejor que ha hecho el nuevo gobierno. Por eso ahora surge la amenaza de algunos abogados del narco y el crimen organizado. Iniciarán demandas penales contra aquellos que los han llamado “narcoabogados”.

El problema no está en defender a delincuentes, porque el principio del Derecho dice que nadie es culpable hasta que se pruebe lo contrario. Lo preocupante es la cercanía que se ha forjado, por años, entre estos y las élites del poder.

Los abogados de narcotraficantes y capos del crimen organizado se vuelven, literalmente, en voceros de los intereses de éstos. Exigen y cabildean a nombre de ellos, incluso en el Congreso de la Unión.

El problema es cuando esta cercanía se convierte en una relación de intereses y negocios. Esa profusión de fotos de abrazos y saludos, empieza a convertirse en una estrategia de los cárteles para chantajear y colarse a las estructuras del poder.

Por eso, en medio de este sainete, es risible, si no es que miserable, que ahora el régimen quiera vendernos la idea de que la “expulsión” o “entrega” de los 29 delincuentes fue una decisión “colegiada” del gabinete de seguridad.

Dicen que la presidenta Sheinbaum “no tuvo nada qué ver”. Ahora resulta que tenían información de que serían liberados por jueces venales que llevaban sus casos.

Hay que recordar que el gobierno de Trump acusó a “funcionarios de gobierno”. Nunca mencionó a jueces involucrados con el narco. Es poco ético, que nos quieran vender esa idea. Es hasta inmoral y cobarde.

Se puede entender que el procedimiento es sumamente complejo: la extradición lleva todo un procedimiento largo y sinuoso. La expulsión no está permitida en la Constitución. Tampoco el destierro.

Por tanto, hay una serie de violaciones legales y decisiones extrajudiciales que envuelven esta entrega masiva de los 29 delincuentes, pero, por cuestiones de seguridad nacional, podrían justificarse.

De ahí, a lavarse la cara con declaraciones cínicas, y decir que “la corrupción del Poder Judicial es aberrante”, es pretender encubrir con un dedo la podredumbre que envuelve a la clase política, principalmente de Morena.

El gobernador de Sinaloa tendría mucho que declarar sobre la forma en que fue asesinado y la prisa de la incineración del diputado Héctor Cuén Ojeda, justo en la misma fecha en que fue literalmente secuestrado Ismael “El Mayo” Zambada.

Aberrante es el encubrimiento que se mantuvo durante todo el sexenio sobre personajes como Manuel Bartlett Díaz o Ignacio Ovalle; o mantener en su cargo a Francisco Garduño, o dar protección política a Mario Delgado y Rutilio Escandón.

El hecho es que, como advertimos aquí desde hace un mes, EUA tiene en la mesa ya varios expedientes de investigación que quiere ventilar. Sheinbaum tendrá que dar respuestas rápidas, como hasta ahora.

¿Quiénes serán el Azazel, o los machos cabríos que expiarán las culpas de la 4T?

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