TRAS BAMBALINAS. No me vengan con que la ley es la ley

Por Jorge Octavio Ochoa.

Morena y la 4T Frente al espejo. De cara a las futuras elecciones judiciales de junio próximo, que apuntan a convertirse en la farsa más grande del mundo, el régimen se apresta a beber en estos días, uno de los tragos más amargos de su breve historia, para quedar expuestos con todas sus profundas contradicciones y mentiras, a la luz de la decisión judicial que tome la presidenta Claudia Sheinbaum en torno al caso Mayo Zambada.

“No me vengan con el cuento ese de que la ley es la ley”. Es la frase más virulenta del ex mandatario que enmarcó la segunda mitad de su gobierno. Esa es la frase con la que pronto le podría responder Donald Trump, en caso de que el gobierno de México decida exigir la repatriación del capo fundador del Cartel de Sinaloa, bajo el argumento de que fue “sustraído” contra su voluntad de territorio nacional para ser sometido a la justicia de otro país.

A tragar sapos, señor López Obrador y súbditos que le acompañan. La reflexión aquella de: ¿Qué es más importante, la ley o la justicia? hoy se enfrenta a ese mismo dilema, con el agravante de que podría convertirse en el conflicto diplomático más delicado entre ambas naciones desde hace más de dos siglos, cuando Estados Unidos nos amputó parte de nuestro territorio. Si pide Sheinbaum la repatriación, confirmará la denuncia de los republicanos, de que el gobierno de México protege a carteles del narco catalogados ahora como terroristas.

Seguramente no lo devolverán. Por tanto, la 4T está a punto de pasar en estos días la cicuta. El sofisma vertebral del lopezobradorismo: “No me vengan con el cuento de que la ley es la ley”, se convierte en “una sopa de su propio chocolate”, y lo coloca, no como un ideólogo, sino como un demagogo, un sofista hipócrita al que sólo le interesaba demostrar su poder y hoy, precisamente por eso, AMLO tiene muchas cosas que explicar a la ley y a la justicia.

Sus acciones, sus dichos y los mantos de protección sobre algunos personajes impresentables en la política nacional, como Ignacio Ovalle, lo colocan a él mismo como el nuevo jefe de una mafia, donde cabildean sujetos (hombres y mujeres) de probada corrupción, allegados a cárteles y personajes temidos en el ámbito del crimen como los Beltrán Leyva, el Cártel de Sinaloa, Guerreros Unidos, que a su vez representan conexiones neurálgicas con otros grupos criminales sumamente peligrosos, que han acelerado la descomposición política y social que vive el país.

Las revelaciones de Anabel Hernandez, LATINUS y Mexicanos contra la Corrupción, sobre los vínculos de personajes como Pedro Haces, Felix Salgado Macedonio, Adán Augusto López, Mario Delgado y los mismos hijos de Lopez Obrador con capos del crimen organizado y el lavado de dinero, apuntalan la percepción mundial de que México está en riesgo de convertirse en un narco Estado, si no ocurre un golpe de timón mayor, como el que parece experimentarse ya bajo el mando de Sheinbaum Pardo con la captura de varios líderes del narco y el decomiso de toneladas y toneladas de anfetaminas.

De hecho, las iniciativas de reforma contra la reelección y el nepotismo son una primera señal de esperanza, aunque se confunde con la tibieza que ella ha mostrado con otros casos, como el paso del ex panista Miguel Ángel Yunes Marquez a Morena, pese a que él y su padre fueron señalados por ese mismo partido, como parte de una familia mafiosa que se ha servido del lavado de dinero para enriquecerse y empoderarse.

Este asunto y el del ex gobernador Alejandro Murat, en Oaxaca, han colocado a Morena frente a su realidad. Es un partido formado por tránsfugas y traidores, que bien podrían estar en la cárcel por violación, malversación de fondos, fraude, peculado. Morena es un partido pragmático, inmoral, que se vale de todo para consolidar y extender su poder. Hoy se apresta para iniciar el abordaje del Poder Judicial con unas elecciones patéticas, que ni interesan, ni generan confianza a nadie.

Los traidores, los farsantes y sofistas tienen cabida siempre y cuando donen dinero, militantes o se guarden secretos. Lo peor de “los de antes” y “los de ahora” ya encontraron un nido de víboras, donde el voto corporativo al puro estilo viejo PRI está de regreso. El sucio SNTE, de Elba Esther Gordillo, está presente ahora con el senador Alfonso Cepeda Salas, nuevo líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

Como si fuera de su propiedad, y los trabajadores simples esbirros, él promete cínicamente, afiliar a más de 5 millones de militantes, pese a que está prohibida en México la afiliación corporativa de sindicatos a ningún partido político. Ellos lo harán para engordar a Morena, y lo harán para justificar la farsa de elecciones de junio próximo, cuando los mexicanos verán pasar, sin meter las manos, un episodio de su historia, y serán tan culpables como esos que cometerán el fraude.

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